domingo, 1 de febrero de 2015

Nosotros

Nosotros y nuestras soledades.
Nosotros, los niños perdidos. Deambulando en los parajes de la tristeza. Siempre bailando. Bebiendo más de la cuenta para volar. Y sonriendo.
La ironía y la blasfemia son nuestras flechas.
Atravesamos el invierno solos. Y nos narramos la misma historia de distintas pieles. Hablamos al viento sin vernos. Triunfando sobre la distancia nuestra locura libre de espacio.
Somos las bestias de la noche, cómodos en la oscuridad. Hermosos bastardos, perdedores dominando el mundo con la gracia de moldear las tinieblas.
Acero que se calienta.
Buscándonos en la belleza.
Adoradores de pecados, encendemos fuegos purificadores. Dónde quemar las mentiras que quisieron inculcarnos. Desprendiéndonos de cien mil escamas cada vez.
La nimia franqueza de conocernos desnudos.
Que tus patadas al mundo agrieten el glaciar tras mis ojos. Te guardo miradas primitivas que muerden y desgarran. Que envuelven y reconfortan.
No tengo augurios del mañana. La permanencia es un concepto absurdo. Avanzo dibujando un laberinto de curvas y saltos. Mientras, se me desgranan la boca y el boli en una vertiente de manos húmedas, de sábanas de algodón que huelen a verdad.
Nosotros y nuestras terribles galeras de melancolía y deseo.
Nosotros, los conquistadores sin imperio. Vagando en los mares del desconcierto. Quemando naves, odiando puertos. Saqueando al amor. Y sonriendo.

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